Edmond Locard, un pionero en ciencia forense, alguna vez escribió que todo contacto deja un rastro. Siguiendo esa doctrina, conocida como Principio de Intercambio de Locard, la historia del arte ofrece muchas oportunidades a los científicos forenses. A través de los años, el contacto físico entre los artistas y sus materiales a menudo ha dejado rastros. Uno de estos son las huellas, que pueden encontrarse en casi todas las superficies sólidas, incluyendo las pinturas. Se dejan rastros visibles cuando la sangre, suciedad, tinta, pintura, etc., de un dedo toca una superficie. Se forman huellas ocultas cuando los líquidos naturales o el sudor de un cuerpo se transfieren desde la piel a otra superficie. Estas huellas ocultas se pueden encontrar en una variedad de superficies; sin embargo no se ven a simple vista y a menudo detectarlas requiere el uso de polvos para huellas, reactivos químicos o el uso de fuentes luminosas alternativas.

En el proceso de autenticación de arte, el tema central es la atribución de la obra a un autor específico. El analista experimentado puede relacionar una pintura con su autor. Sin embargo, cuando se enfrenta a una obra sin un autor determinado o de procedencia desconocida, el análisis de las huellas puede ser una cuestión fundamental. El proceso de examen de huella utiliza el método ACE-V (Análisis, Comparación, Evaluación y Verificación) para comparar una huella con un conjunto de huellas conocidas. También hay otro sistema llamado Sistema Automático de Identificación de Huellas, que fue creado para comparar huellas usando una base de datos computarizada.

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